Por Kate A. Spreckley
Como humanos estamos compuestos de cuatro cuerpos, nuestro cuerpo físico, emocional, mental y espiritual. Estos cuatro cuerpos están interconectados y entretejidos, creando nuestro ser humano total. Nuestro ser está ligado a toda existencia a través de nuestro cuerpo de luz.
Nuestro cuerpo de luz es mucho mayor en tamaño que nuestro cuerpo físico y no está limitado ni confinado por nuestro mundo físico. Este cuerpo es capaz de moverse a través del tiempo y el espacio, conectándonos con otras dimensiones de realidad y otras formas de vida que existen por toda la Creación.
Nuestro Cuerpo de Luz contiene la esencia de nuestro yo multidimensional, y al cambiar nuestra conciencia y acceder a nuestro Cuerpo de Luz somos capaces de movernos a través de diferentes dimensiones y ver otras realidades. A través de nuestro Cuerpo de Luz tenemos la capacidad de acceder y comunicarnos con diferentes dimensiones con el propósito de nuestro crecimiento, aprendizaje y desarrollo.
La mayor parte de este proceso de comunicación ocurre inconscientemente o durante el tiempo de nuestro sueño. Pero parte de nuestro proceso evolutivo supone la construcción e integración de nuestro Cuerpo de Luz en nuestras formas Humanas. Al integrar nuestro Cuerpo de Luz Humano será posible para nosotros acceder y comunicarnos conscientemente con otras dimensiones, adquiriendo conocimiento, sabiduría y guía. Al ser conscientes de la guía y sabiduría que están disponibles para nosotros, seremos entonces capaces de aplicar este conocimiento dentro de nuestras propias vidas, sanándonos a nosotros mismos, a nuestro mundo, y permitiéndonos avanzar más por el sendero de la evolución de nuestra Alma.
Por muchos miles de siglos, nuestras vidas han sido controladas por los sistemas de creencias mantenidos dentro de nuestras sociedades y culturas. Estos sistemas de creencias se han convertido en el patrón por el cual creamos nuestras propias vidas y nuestras propias realidades. Aceptamos las creencias de otros y recreamos su realidad, repitiendo así el daño y destrucción de la humanidad y nuestro planeta. Todo este recrear y repetir ha creado un patrón de energía que ha sido arraigado en el campo energético de nuestra Tierra a través de nosotros.
El anteproyecto original para la Tierra era uno de paz, amor y armonía entre todos los seres vivientes. Ese anteproyecto aún existe debajo de los patrones de energía y estructuras que nosotros, como seres humanos, hemos iniciado.
En algún momento de nuestra historia nos permitimos pensar que éramos superiores a todas las demás formas de vida en este planeta. Permitimos que estos pensamientos se convirtieran en la base de nuestros patrones de creencias y, por tanto, empezamos nuestro viaje de separación y el arraigamiento de estos patrones en el campo energético de nuestra Tierra.
Nuestra Tierra es un campo energético vivo, que respira, y mientras caminamos sobre Su cuerpo se forma una conexión energética entre nosotros y la Tierra. Es a través de esta conexión energética que todos nuestros pensamientos, sentimientos y creaciones se transfieren, se arraigan y se conservan en el campo energético de la Tierra. Es este campo energético el que nos ayuda a crear nuestra realidad física.
Al crear nuestra realidad física nos adentramos en estos patrones energéticos de memoria. Si estas memorias son de patrones negativos, viejos y obsoletos, tendremos mucha dificultad para crear una vida de amor, paz y armonía. Todos estamos aquí en esta Tierra porque necesitamos sanar y evolucionar y para poder hacer eso necesitamos cambiar nuestros patrones de creencia, estructura y comportamiento.
A medida que evolucionamos, crecemos y nos desarrollamos, empezamos a acceder a nuestra verdad interior, que se mantiene en los aspectos más profundos de nosotros mismos. A medida que descubrimos nuestra verdad interior nos damos cuenta de que nuestro mundo material no define quién ni qué somos y empieza nuestra búsqueda de un significado más profundo a nuestra vida. En este viaje descubrimos que es sólo a través del Espíritu que podemos obtener algún entendimiento de lo que está ocurriendo en nuestro mundo. Con esta comprensión podemos iniciar un proceso de sanación; liberar viejos patrones de creencias y comportamientos y permitir a nuestro Espíritu guiar nuestra vida diaria.
A medida que nuestra conexión con nuestro Espíritu se fortalece, podemos aprovechar la verdadera esencia de nosotros mismos, la cual en su núcleo es una esencia de amor. Es sólo a través de sanarnos a nosotros mismos que podemos aprovechar nuestra esencia de amor y es sólo a través del amor por nosotros mismos que podemos halar luz hacia nuestros cuerpos físicos, y así activar, construir e integrar nuestro Cuerpo de Luz en nuestros seres físicos.
Al conectar con nuestra verdadera esencia de amor y permitir que la energía sea canalizada a través de nosotros, podemos empezar a transformar los patrones de energía que se mantienen en la Tierra, permitiendo que surja el anteproyecto original de amor, paz y armonía.
El acceso a nuestra verdadera esencia de amor inicia cambios en nuestra estructura molecular, lo que nos permite empezar a construir nuestro Cuerpo de Luz. A medida que construimos nuestro Cuerpo de Luz, permitimos que los aspectos sanados de nosotros mismos se fusionen y combinen con el amor de nuestra verdadera esencia, permitiendo así que nuestro cuerpo físico contenga cada vez más de nuestro Cuerpo de Luz.
Nuestra tarea consiste en sanarnos y fusionar todos los aspectos de nosotros mismos con nuestra verdadera esencia, y al hacerlo así nuestros desafíos unirán fuerzas y nuestros aspectos no-sanados saldrán a la luz, ayudándonos a sanar cualquier separación que sigamos llevando. Esto a su vez transformará los patrones de energía que se mantienen en nuestra Madre Tierra, permitiéndonos construir e integrar nuestro Cuerpo de Luz, y en última instancia, convertirnos en la luz y amor de nuestra verdadera esencia en forma Humana.
Traducción: Margarita López
Edición: El Manantial del Caduceo
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